miércoles, 9 de mayo de 2012

La Manduca de Azagra. La elegancia de la huerta navarra.

Situado en la calle de Sagasta, en pleno barrio de Chamberí, La Manduca de Azagra es sin duda uno de los mejores exponentes de la cocina navarra en Madrid. Su propuesta gastronómica se basa en recetas tradicionales elaboradas con productos de mercado y de temporada de primera calidad, con preponderancia de las verduras y hortalizas de la huerta de la ribera del Ebro, de producción propia.
El restaurante ocupa un local alargado con forma de “t” distribuido en dos grandes estancias, a las que se suma un reservado en la planta inferior. Decorado con ladrillo visto de color beige en las paredes y suelo y techo de color pizarra, la ausencia de elementos ornamentales (ni cuadros ni lámparas, tan solo luces indirectas atenuadas) define un ambiente de gran elegancia y sobriedad, mas un tanto frío. Las mesas están vestidas con manteles de hilo y se encuentran muy razonablemente espaciadas.
 
La carta no es excesivamente amplia, pero las propuestas son muy atractivas, especialmente en los entrantes, donde destacaríamos las anchoas de Santoña con pan tostado y aceite, el queso de cabra trufado, las milhojas de foie, manzana y salmón caramelizado y el revuelto de ajetes con huevo roto, hongo y foie, pero donde sobre todo brillan con luz propia sus preparaciones “estrella”, a base de productos de la huerta de Navarra: las alubias de temporada (tanto pochas, como rojas de Labayen), las alcachofas, el cardo, la borraja, los pimientos “de cristal” y fuera de carta, unos extraordinarios espárragos blancos y una no menos exquisita menestra de verduras. Los precios de estos platos son algo altos pero merecen claramente la pena.
La carta incluye además pescados muy apetecibles como besugo, rape, lubina, cogote de merluza y atún rojo a la brasa, pero nos decantamos por las carnes por ser un “restaurante-asador” (como se indica en la fachada) más apropiado para las mismas y por ello probamos el rabo de toro deshuesado con boletus y las carrilleras de ternera, ambos excelentes; entre otras opciones de la carta, destaca el imponente chuletón a la parilla, el cochinillo confitado y el cordero al chilindrón.
En cuanto a los postres -muy atractivos sobre el papel- dudamos entre el arroz con leche, el soufflé de chocolate con helado o la torrija caramelizada con helado (de turrón), optando por esta última, muy buena y que dadas sus dimensiones, es un postre perfecto para compartir entre dos personas.
Público con buena presencia y con hombres trajeados en gran parte de las mesas. El servicio muy correcto y amable sin tener gran experiencia pero, sobre todo, destacaríamos la atención dispensada por los propietarios del local, que no solo actúan como maîtres sino que recorren todas las mesas interesándose por averiguar de primera mano si todo está correcto, demostrando un gran saber hacer y un trato muy cercano.
Precio medio: 40€ por persona, bebidas aparte.
Nuestra valoración general: 8/10
GastroTip: Para comer y cenar, con grupos de amigos; para comidas de negocios y para celebraciones especiales; ambiente elegante y comida excelente. 

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