lunes, 11 de noviembre de 2013

Dos Palillos. Asiático de vanguardia.


 
Hemos aprovechado un viaje relámpago a Barcelona para enriquecer nuestro blog con dos restaurantes muy diferentes pero totalmente recomendables de esta bonita ciudad: Dos Palillos y Sense Pressa. Situado en el barrio del Raval y a cien metros de Las Ramblas se encuentra el restaurante Dos Palillos, premiado en 2013 con una estrella Michelin y obra de Albert Raurich, discípulo de Ferran Adriá en el Bulli. Su propuesta se basa en una cocina de fusión oriental con productos de alta calidad en formato "tapa" y presentados con cierta creatividad, algo así como un DiverXo marcadamente asiático (salvando las distancias...).

Desde fuera parece un típico bar de barrio. Una vez dentro se encuentra una primera barra, el "bar de tapas" que no admite reservas y que ofrece una amplia carta con propuestas de corte japonés, chino, vietnamita, tailandés o coreano básicamente. A través de unas cortinas de tiras de aluminio rojas se pasa al comedor principal, cuyas paredes están completamente vestidas del mismo cortinaje de tiras como única decoración; nos encontramos ante una cocina abierta delimitada (y rodeada) por una barra de madera en forma de “U”, la "barra asiática" con espacio para unos veinticuatro comensales (no hay mesas). Mientras el equipo de cocina prepara los platos/tapas se asiste a toda una metodología de trabajo claramente definida en la que se desenvuelven ágilmente una docena de cocineros, que a la vez actúan como camareros, con unas tareas distribuidas y ejecutadas eficientemente de forma que los platos van desfilando sin solución de continuidad, acompañados de explicaciones de los cocineros, quizá un tanto escuetas pero coherentes con la concentración que requiere el ritmo de trabajo.

La carta de la barra asiática cuenta con dos menús degustación: uno corto –“Dos Palillos”- y otro largo –“Dos Palillos festival”) que se diferencian en el número de platos/tapas (entre diecisiete y veinte, respectivamente). Optamos por el menú "Dos Palillos" y comenzamos con crudites agridulces al estilo chino y unas cortezas crujientes de pollo, seguidos de shitakes e hígado de rape y una "tapa" de jurel curado en sal y vinagre de arroz de kambu; muy realista el sunomomo de algas frescas y moluscos que fue servido a continuación en una piedra horadada con forma de plato que sabía como si acabarán de sacar del mar los percebes que contenía. Continuamos con gambas rojas a la plancha, muy sabrosas, con la recomendación de tomar primero los cuerpos y luego las cabezas. Seguimos con un sashimi tibio de calamar, una tapa de escabeche japonés, tempura de anémonas y dumplings de langostinos y finalizamos la parte dedicada al mar con un temaki de toro (atún) en el que proporcionan el alga nori, el arroz y la ventresca para que el comensal se prepare el maki. Después pasamos a las carnes con la nippon burger (de vaca, servida en mollete) muy jugosa, y terminamos con la papada de cerdo ibérico a la cantonesa que tenían calentando en las planchas desde que iniciamos la cena, un tanto grasienta pero muy rica. Como colofón tres mini postres: lichi y sochu helado, muy rico y refrescante, con jengibre helado, azúcar y fresa, seguido de un pequeño bizcocho esponjoso y ligero con fresa en su interior y un ningyoyaki (buñuelo) de chocolate. 

En resumen: toda una experiencia gastronómica con una alta dosis de performance muy interesante y recomendable.

Nuestra valoración: 8,5 / 10
Precio medio: 75€ - 90€ por persona, bebidas aparte.
GastroTip: ambiente informal; para “foodies” y amantes de nuevas incursiones culinarias. 

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