miércoles, 25 de enero de 2017

Yakitoro. By chicote.

Aun cuando Yakitoro no estaba entre nuestras opciones prioritarias, nos ha sorprendido gratamente. El nombre del restaurante proviene de un juego de palabras entre la brocheta japonesa (yakitori) y el toro como uno de los animales que en ocasiones se asocia con la cultura española. Es decir, se trata de un nombre eminentemente comercial, como es el afamado y mediático Alberto Chicote, su dueño, con quien tuvimos la oportunidad de coincidir en nuestra visita a Yakitoro y al que hemos seguido en sus anteriores éxitos: primero en Nodo y después en Pan de Lujo, dos irrepetibles restaurantes gastrochic

Yakitoro comenzó su andadura en la zona de la Gran Vía, en concreto en la calle de la Reina y ,posteriormente, abrió su segunda sucursal en el paseo de la Castellana, a poco más de cien metros del estadio Santiago Bernabéu; ambas ubicaciones muy turísticas. Hemos conocido este último local, que dispone de un amplio espacio y cuenta con una decoración moderna: paneles aislantes colgando a lo largo del techo, mesas con unos huecos llenos de hielo y cervezas a modo de cubiteras, etc. Cuenta así mismo con una parrilla a la vista donde se preparan las brochetas (de carne fundamentalmente).

Resultado de imaxes para yakitoro

Ofrece platos de la cocina española -y alguno de fusión internacional- en un formato original y novedoso pero, además, están ricos. La carta es suficientemente amplia y con propuestas muy apetecibles y, por ello, resulta difícil elegir. En esta primera visita no hemos probado los yakibokatas (una especie de bao abierto) pero, sobre el papel- recomendaríamos el de papada ibérica, el de chipirones con tomate, alioli y cebolletas y el de cordero con tzatziki (salsa griega de yogur y pepino). De los yakiramen tenemos dos grandes sugerencias: el de callos con chorizo, morcilla y udon y el de cocido madrileño con tallarines. De las brochetas, probamos varias de las distintas categorías: “de la tierra” los dados de berenjenas en tempura con miso rojo y pimentón y las patatas asadas con salsa brava (quizá el único plato que no nos sorprendió especialmente); “del agua”, muy buenos tanto los yakitigre de mejillones gallegos al curry, como el tataki de atún con ajoblanco (exquisito, rememorando uno de los platos “estrella” de Alberto Chicote en sus anteriores etapas gastronómicas); “de la granja”, el disco de arroz tostado, con salsa especiada de tomates y huevo frito (una rica versión del arroz a la cubana) y, “de la finca”, el filete ruso y sus migas al pimentón. No probamos los postres, aunque había algunas propuestas atractivas para los golosos como el yakitoro de marshmallow, el de algodón de azúcar o los siempre apetecibles churros con chocolate.

Precios muy contenidos, aunque las raciones son pequeñas -en muchos casos, individuales- y hay que pedir unas cuantas para saciarse. 

En resumen, un restaurante muy recomendable.  Lo realmente complicado es reservar...


Nuestra valoración Gastrochic: 7,5 sobre 10.
Precio medio: 25 euros por persona.
GastroTip: para comer o cenar, con amigos, en pareja e incluso con niños. Ambiente informal. Merece la pena arriesgarse yendo sin reserva, porque suele haber algunas mesas libres y cuenta con una amplia barra.

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